¿Qué entendemos por inteligencia emocional?
La inteligencia emocional es la habilidad de tomar conciencia de nuestras emociones, para así poder comprenderlas y dominarlas. Esto es maravilloso porque además nos permite ser conscientes de los sentimientos de los demás, aceptar y tolerar la frustración, relacionarme mejor con mi entorno, saber elegir a mi pareja ideal, aprender a gestionar problemas en el trabajo etc. ¿Lo mejor de todo? ¡Se puede aprender!
Antiguamente solamente se valoraba la idea de “una inteligencia” (hoy por hoy desgraciadamente se sigue haciendo pero digamos que en menor medida). Así pues, la inteligencia “importante” era la académica. Un autor llamado Gardner fue el primero en apoyar la idea de que realmente existen muchos tipos de inteligencia y defendió que la inteligencia académica no es un factor decisivo para estimar la inteligencia general de una persona. Así pues, Gardner identificó 8 tipos diferentes de inteligencia: Corporal-cinestésica, Interpersonal, Lingüístico-verbal, Lógico-matemática, Naturalista, Intrapersonal, Visual-espacial y Musical.
El hecho de percibir la inteligencia como algo innato cambió en el momento en que se empezó a valorarla como algo entrenable y a raíz de estudios en los que se señalaban que la del tipo académico no es suficiente para alcanzar el éxito profesional o el éxito en nuestra vida cotidiana. Con los años, gracias a la publicación de su libro, Daniel Goleman comenzó a comunicar al mundo la importancia de entrenar estas habilidades. Y es que el éxito de una persona no debería medirse por sus logros académicos sino por el autoconocimiento y el bienestar emocional. Ya que esto repercute directamente a la hora de entender y controlar impulsos, facilitando la comunicación con los demás y consecuentemente ayudándonos a sentirnos mejor con nosotros mismos.
Danza e Inteligencia Emocional
El término emoción viene del latín “emotio”, que significa movimiento o impulso, aquello que te mueve hacia… y ¿qué es la danza?. Seguramente cada uno de vosotros tendrá una visión diferente de ella pero… yo diría que tiene mucha relación con la definición de emoción. Por eso pienso que en sí, no existe danza libre de emociones. Y si unimos danza e inteligencia emocional me puedo imaginar un «sistema inteligente” en el que pensamos, desarrollamos nuevos movimientos, sentimos, practicamos, automatizamos, etc., que nos permite a su vez crecer como bailarines y dar forma a nuevas ideas y maneras de expresar.
Dentro de la propia inteligencia emocional podemos diferenciar la inteligencia intrapersonal (aquella que tiene que ver con uno mismo) donde intentaremos trabajar el autoconocimiento de las emociones, la autorregulación y la automotivación. Y por otra parte, la inteligencia interpersonal (en relación a mi entorno) donde se trabajan aspectos como la empatía y las habilidades sociales.
Considero que, aplicando la inteligencia emocional a bailarines se puede potenciar muchísimo su trabajo en un escenario, en cástings, etc. Además de aportarnos grandes beneficios a nuestra vida cotidiana, tener conciencia de nuestras emociones enriquece nuestro camino como artistas. Cada persona en este mundo tiene una manera diferente de interpretar su realidad y como consecuencia, piensa, siente y actúa en función de ello. Si sois capaces de identificar cómo os sentís y además regular esa emoción, podéis estar seguros de que tenéis un súper poder.
El control en la danza
Como sabéis que me encanta poneros ejemplos de mi vida personal… allá va uno. A mí me ha pasado infinitas veces que momentos antes de subir a un escenario me tiemblan hasta la pestañas, tengo un exceso de adrenalina, no puedo comer nada, respiro muy rápido, me noto el corazón a mil por hora, etc. Por tanto, soy capaz de identificar que tengo ansiedad (de la buena, como cuando te toca la lotería pero… al fin y al cabo ansiedad) esa gran temida! A consecuencia de identificarla puedo regularla, ya sea respirando, saltando, gritando, lo que me permite salir al escenario con una interpretación de la situación diferente y pudiendo disfrutar de la experiencia (como tiene que ser).
Como conclusión me encantaría transmitiros la idea de que los artistas viven de la expresión de sus emociones. Por tanto, tener un conocimiento de éstas enriquece (y mucho) ese trabajo. Ya sea un escritor, un bailarín, un actor, un músico… contará mediante su cuerpo historias que narran su mente y su alma. Y tener conciencia de todo esto les permitirá hacer llegar al público lo que quieren llegar a expresar exactamente.
Las personas con habilidades emocionales bien desarrolladas tienen más probabilidades de sentirse satisfechas, ser eficaces en su vida y de dominar los hábitos mentales que favorezcan su propia productividad. Daniel Goleman.