Autofortaleza

Autofortaleza.

Dicen que un artista debe tener un perfil (psicológicamente hablando) que apunte a una fortaleza mental para ser capaz de dominar las emociones, y para ello es muy importante conocerse a uno mismo. Sabemos que todas las personas tienen sus fortalezas y debilidades pero… ¿son todas las personas conscientes de estos dos aspectos tan valiosos? Yo diría que la gente que suele hacer introspección y un poco de crecimiento personal (y no hablo de cursos teóricos ni nada de eso, sino… hacerse preguntas “poderosas” a uno mismo), consigue conocer esos aspectos y sacarles partido.

En el coaching decimos que una pregunta es poderosa cuando notas que al plantearla, a la otra persona se le retuerce el cerebro para encontrar una respuesta. Como por ejemplo… ¿Quién eres tú? ¿Cuáles son tus miedos? ¿Qué haces para afrontarlos? ¿Qué te diferencia de los demás? En el mundo de la danza conocer estas respuestas y poseer este tipo de autoconocimiento provoca tener una autoconfianza y autoestima elevadas, lo que a la larga, da lugar a un mejor desempeño del trabajo.

En el artículo de hoy me encantaría dejaros algunos consejos para que podáis trabajar este tipo de cosas y seamos capaces de aumentar la confianza. Allá van!

  1. Aprender a gestionar el tiempo: en muchas ocasiones he oído por ahí la famosa frase de: “hoy no puedo ensayar, tengo que estudiar mucho”. Fallo número 1. Es importante que sepamos aprovechar el tiempo que tenemos para cada actividad. Estudiar es importante, lógicamente, pero… si dedico cierto tiempo a estudiar y ese tiempo lo aprovecho al máximo, podré permitirme ir a tomar una clase, lo cual será muy positivo para mí, ya que dedicaré esa parte del día a hacer algo que me encanta, a descargar energía, mover el cuerpo y relacionarme con otras personas.

 

  1. No dejarnos influenciar por los demás: tú eres tú, tú tienes tus gustos y no tienen por qué agradar a otras personas. Qué aburrido sería el mundo si a todos nos gustara hacer lo mismo, ¿no creéis? Cada uno tiene su opinión y debe ser respetada, pero no por ello debe influirnos. Si tenemos convicción sobre nuestros pensamientos o gustos, nada tiene por qué influir para que cambie nuestra opinión sobre ellos.

 

  1. Conocer nuestras debilidades y fortalezas: como bien os he comentado alguna vez, creo que todas las personas tienen debilidades y fortalezas. Todos venimos al mundo con estos aspectos de serie (algunos de ellos se pueden aprender durante nuestro desarrollo). Conocer estos aspectos nos permite identificar qué podemos potenciar de nuestra persona y qué cosas podemos mejorar para crecer como personas.

 

  1. Aceptar el fracaso: el fracaso es algo a lo que todos estamos expuestos. Aceptar que existe y que al realizar cualquier acción, el fracaso puede esperarnos a la vuelta de la esquina, nos hace más libres. Es importante aprender a tolerar la frustración y los fallos, porque de ellos podemos sacar aprendizajes muy valiosos. Y además luego las victorias saben mucho mejor…

 

  1. De las cosas negativas intentar sacar siempre algo positivo: como en el punto anterior por ejemplo. Pongamos el caso de que un grupo queda último en una competición. Esto a simple vista es un fracaso, sí. Pero… Si en la temporada siguiente se plantean expectativas de mejora, el margen es muchísimo mayor. Sin embargo, si nos acostumbramos a ganar siempre y una vez perdemos, la frustración puede ser mucho mayor. Por ello, sacar algo positivo nos permite sacar algún aprendizaje de las cosas negativas que vivimos.

 

  1. Inteligencia emocional: soy muy pesada con este tema, lo sé! Pero me parece súper importante tener conocimientos emocionales y más si una persona dedica su vida al arte. Para ello es imprescindible conocer qué siento en cada momento porque el trabajo y el objetivo del artista es transmitir al público. Pongamos el ejemplo de que una persona tiene la habilidad de gestionar sus emociones y en un momento dado la emoción que siente es tristeza pero la pieza artística que tiene que representar requiere transmitir al público alegría. Esta persona pondrá en práctica alguna estrategia para dominar la emoción de tristeza y hacer que la alegría se manifieste.

 

  1. Aprende a decir “no”: esta palabra muchas veces ocasiona lo que llamamos “disonancia cognitiva”. Esto ocurre cuando hacemos una cosa pero realmente estamos pensando que haríamos otra totalmente diferente. Sucede cuando por ejemplo alguien nos pide un favor y por quedar bien o por miedo a decepcionar a la otra persona, aceptamos, pero realmente no nos apetece nada hacerlo. En algunas ocasiones sí que es verdad que es mejor ahorrarnos un disgusto y hacer lo que otra persona nos pide pero… no siempre es así. Esto se aprende con alguna sesión de habilidades sociales y mucha práctica.

 

  1. Aléjate de personas tóxicas: estas personas están por todas partes. La gente tóxica es aquella que contamina nuestro ambiente. Normalmente son personas negativas, con millones de quejas y críticas destructivas. Además, tienden a compararse con otros y sacar siempre su lado negativo, hacen sentir culpables a las personas de su alrededor de errores que cometen y son muy orgullosos. En definitiva, todo lo que nos aportan son aspectos negativos que además nos contaminan y no colaboran a nuestro bienestar mental y emocional. En algunas ocasiones nos tocará lidiar con personas tóxicas inevitablemente (un jefe por ejemplo), en estos casos debemos aprender a controlar nuestra manera de tomarnos sus comentarios o ataques para que nos afecte lo menos posible. En otros casos sí podemos evitarlas (un amigo o un conocido con el que no hay ningún tipo de compromiso).

 

  1. Ver al miedo como un aliado: cuando conseguimos mirar a nuestros miedos a los ojos y logramos retarlos, afrontarlos y superarlos, nos hacemos mucho más grandes y fuertes. La clave del miedo es que lo valoramos como algo negativo, algo que nos paraliza y hace que sea complicado conseguir aquello que nos proponemos. Muchas veces los miedos son inconscientes y se manifiestan de manera secreta, mediante excusas que nos ponemos a nosotros mismos postergando nuestras acciones. Al fin y al cabo, cuando el miedo se manifiesta es porque hay un reto, algo que nos mueve, pero en mucha ocasiones dejamos que él gane quedándonos en nuestra zona de confort porque es “mucho más cómodo” pero… así solo conseguimos ser más pequeños. Os aconsejo que siempre que identifiquéis un miedo, intentéis poneros metas para superarlos. No seáis cómodos y ampliar horizontes retándoos a vosotros mismos.

 

Espero que os haya gustado el artículo de hoy y pongáis en práctica estas pequeñas cosas. Ya sabéis que me encantaría leer vuestras opiniones acerca de ello!

 

Sobre Nosotros

Somos una escuela de danza que nacimos en 2004. Nos encanta bailar, pero también nos encanta pensar, escribir y sentir.

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